jueves, 31 de julio de 2008

SOBRE EL DESEO DEL ANALISTA Y LA DEMANDA DEL ANALIZANTE

HOLA A TODOS!CUANTA PRODUCCIÓN! ESTO ES AL MENOS DESEO DE ASPIRANTES A ANALISTAS! (MUY DESEOSOS LUZ Y NESTOR)...
NECESITO ORDENAR (ME - QUIZÁS) TODO LO QUE FUE DICIÉNDOSE... EN EL ANÁLISIS NO HAY LUGAR PARA RESPONDER A LA DEMANDA CON QUE LLEGA (Y QUIZÁS PERMANECE) EL ANALIZANTE. SI EL ANALISTA RESPONDE A LA MISMA HABRÍA QUE VER QUE ESTÁ PASANDO CON SU DESEO EN TANTO ANALISTA, QUÉ ESTARÍA QUERIENDO CUBRIR? POR ESO ES TAN IMPORTANTE QUE EL ANALISTA TENGA SU ESPACIO ANALÍTICO PARA VÉRSELAS CON SU PROPIO DESEO. TAMBIÉN DISTINGUIMOS ENTRE DESEO DEL SUJETO Y DESEO DEL ANALISTA. ESTE ÚLTIMO ERA ALGO ASÍ COMO LA FALTA ESTRUCTURAL PUESTA EN ACTO EN EL DISPOSITIVO ANALÍTICO.
LA GRAN CUESTIÓN PARECE SER CÓMO SE LOGRA LA RENUNCIA A LA DEMANDA (DENTRO DEL ANÁLISIS) POR PARTE DEL ANALIZANTE. PORQUE, EN TÉRMINOS GENERALES, COINCIDO CON LO QUE ESCRIBIÓ ANDRE, EN CUANTO A QUE A LA DEMANDA NO SE RENUNCIA NUNCA... PORQUE EN TANTO SERES HABLANTES, AL ESTAR INMERSOS EN UN UNIVERSO SIGNIFANTE, EN EL DISCURSO, ESTAMOS CONCERNIDOS A DEMANDAR, A ENCONTRAR LAS PALABRAS QUE SERÁN AUDIBLES PARA EL OTRO. ASÍ SE CONSTITUYE EL "OTRO" (CON MAYÚSCULAS), PORQUE LA DEMANDA QUE SE LE DIRIGE CONSTITUYE SU PODER. TAMBIÉN PUEDE PENSARSE QUE LA DEMANDA ES LA PROYECCIÓN DEL DESEO DEL OTRO (CON MAYÚSCULAS), PORQUE ES ÉSTE QUIEN LA INTERPRETA, QUIEN ACUDE A RESPONDERLA EN LOS MOMENTOS DE CONSTITUCIÓN DEL PSIQUISMO. SIN QUE ESTO OCURRA, EL SUJETO NO ADVENDRÍA TAL.
ENTONCES ¿QUÉ SUCEDE EN EL ANÁLISIS? DE ALGUNA FORMA CREO QUE LA DEMANDA SE VA A SOSTENER HASTA TANTO SE CONSTITUYA EL SUJETO SUPUESTO SABER. ES DECIR HASTA TANTO EL ANALIZANTE LE SUPONGA UN SABER SOBRE SÍ MISMO AL ANALISTA. LA RESPUESTA DEL ANALISTA EN ESE MOMENTO SERÁ CRUCIAL. LA CAÍDA DEL SUJETO SUPUESTO SABER, YA INSCRITA EN EL DESEO DEL ANALISTA, LE PERMITE AL ANALIZANTE CAMBIAR SU RELACIÓN CON EL SABER, A PARTIR DE LA ASUNCIÓN DE AQUELLA PRECARIEDAD ONTOLÓGICA QUE CARACTERIZA AL DESEO DEL ANALISTA LOCALIZADO EN EL LUGAR DEL OTRO (CON MAYÚSCULAS). POR SUPUESTO QUE ESTAS PALABRAS ÚLTIMAS FUERON ROBADAS DEL GLOSARIO... Y CONTINUANDO... LA CAÍDA DEL SSS, PROPICIADA POR EL DESEO DEL ANALISTA, IMPLICA LA ASUNCIÓN DE UN SABER "AGUJEREADO Y ATRAVESADO" POR LA FALTA ESTRUCTURAL.
ES DECIR EL DESEO DEL ANALISTA (ESPERO NO ESTAR DICIENDO UNA PAVADA MUY GRANDE), IMPLICA QUE EL SUJETO LLEGUE A DES - CUBRIRSE... EL DESEO DEL ANALISTA, PERMITE LA RENUNCIA A LA DEMANDA, EN TANTO EL ANALISTA MISMO COLOCADO EN EL LUGAR DE "OTRO" (CON MAYÚSCULAS), SE CORRE DE ESE LUGAR, NO SATISFACE LA DEMANDA, Y ASÍ NO CUBRE LA FALTA. ENTONCES EL ANALIZANTE PUEDE ENCONTRARSE CON SU SABER SOBRE SÍ MISMO AGUJEREADO, ATRAVESADO POR LA BENDITA FALTA QUE NOS CONTITUYE.
QUE NUESTRA LABOR COMO ANALISTAS SE SOSTENGA DESDE UN DESEO QUE PERMITA TODAS ESTAS CUESTIONES, INSISTO, DEPENDE EN GRAN MEDIDA DE NUESTRO PROPIOS DESEOS. IMPLICA RENUNCIAR A LA OMNIPOTENCIA DESDE YA: ¡NO TENEMOS LA VERDAD DEL SUJETO (DE NINGÚN SUJETO)! ES NECESARIO QUE EL ANALIZANTE TRABAJE EN POST DE SU VERDAD, Y QUE NOSOTROS ESTEMOS ALLÍ,HABILITANDO UN ESPACIO DONDE PUEDA TRABAJAR PARA ELLO.

ACLARO DESDE YA, QUE ESTAS PALABRAS NO SE CREEN CIERTAS NI ACERTADAS, SÓLO SURGIERON Y ESPERAN SER LEIDAS POR MIS COMPAÑEROS DE RUTA... ESPERO SUS RESPUESTAS!

martes, 29 de julio de 2008

Queridos amigos...me digné a aparecer!
Espero no me DEMANDEN demasiado puesto que estoy un poco alejada de los carriles de LA CAN.
Al leer las últimas palabras, o mejor dicho interrogantes de LuzCan, y sobre todo el que dice: "¿es posible renunciar a la demanda?", me surgieron ganas de escribir para acotar mi humilde opinión sobre el asunto:
Creo que no podemos dejar de demandar. Es la demanda la que nos mueve y nos pasea de objeto en objeto, o de Otro en Otro. Incluso en el amor de pareja, mi querido Néstor, creo que la demanda siempre esta presente. Puede que sea excesiva, patológica, o una demanda "sana", si es que puede llamársela de ese modo; pero siempre presente. No creo que sea posible "amar sin más", la demanda, en mi opinión esta operando en todo momento, si bien no me atrevería a decir qué es lo que se demanda (amor? lo que falta? lo que deseo?).
En fin, este mi humilde aporte y estoy abierta a que me aporten conocimientos ustedes los "lacanianos instruidos" (Ja!).
Saludos...

domingo, 27 de julio de 2008

Aclarando (como mi nombre lo demanda)

A ver… permitime entrar en tus palabras, Néstor: “Este es el problema con el amor y la demanda, demanda que es demanda de otro, demanda que es demanda de amor de otro (las “o” con mayúsculas o minúsculas podrían ser intercambiables).
Insisto en la idea de que la demanda es siempre demanda de amor, y esa demanda esta destinada, claro, a un Otro (siempre con mayúsculas). Lo que está demanda implica es que se cubra la falta, que se tape la falla estructural. Por eso el analizante entra demandando (si no es que se va demandando), y eso que demanda es lo que el analista no va a cubrir.

Habría que ver que significa que en el espacio analítico no hay que darle lugar a la demanda. Me parece que no hay que satisfacerla, no hay que darle respuesta… pero tampoco una no-respuesta. Ambas posiciones serían perjudiciales. Creo que hay que operarla, y la manera de hacerlo es lo que Georgi nos trajo: el dispositivo analítico que pone en acto la falta estructural.
De ahí mi pregunta final, ¿cómo termina este juego de amor? Queriendo decir: ¿cómo es el proceso? ¿cómo es que el analizante encuentra una aceptación a esa falta que se le muestra y renuncia a su demanda? ¿es posible renunciar a la demanda? Capaz que ya me voy a otro tema… ¡no puedo evitarlo!

jueves, 24 de julio de 2008

Del deseo, el amor, la libertad y la demanda.

“Y el corazón me suplicó
que te buscara y que le diera tu querer...
Me lo pedía el corazón
y entonces te busqué
creyéndote mi salvación...”
Como dos extraños
José María Contursi


Luz, ¡que problema!, demanda de amor. Tengo que disentir, se sostiene la disputa... Pero este espacio es para eso ¿no?
Para ilustrar esto, busque en la poesía del tango, por lo que tiene de arrabalero, de bajo fondo, de descarnado, de terreno, de elemental. Amor de tango que resiste el romanticismo para enredarse en el fango, hoy diríamos en los “Under”. (Por eso me gusta el tango, porque se arrastra…)
Tomé algunos versos de “Como dos extraños”, los que están arriba. Un corazón que desea qua alguien lo quiera creyéndolo su salvación.
Este es el problema con el amor y la demanda, demanda que es demanda de otro, demanda que es demanda de amor de otro (las “o” con mayúsculas o minúsculas podrían ser intercambiables). Es la demanda que me ata porque si el otro no se da estoy condenado, el objeto nunca me pertenecerá pero además es demanda que ata al otro porque lo hago responsable de mi salvación. Amor signado por lo materno, amor dependiente y condenante.
La demanda es siempre demanda al otro (sugiero ver en el diccionario del CD el concepto de demanda). Pero ¿Qué otro puede satisfacer el deseo? ¿A que otro puedo imponerle semejante destino? ¿Cómo puedo atar mi deseo a otro atándolo? Me condeno y lo condeno. Porque el otro no puede o no quiere siempre estar. Porque para el otro yo tampoco puedo garantizar perpetuidad. Ni para mi puedo.
El deseo es deseo de otra cosa, no puede ser de otro y esa otra cosa es el objeto…., si, ese objeto que no me atrevo a nombrar. Viéndolo así el deseo me libera de la dependencia del otro y lo libera a él.
Somos sujetos deseantes que nos encontramos, nos enredamos, nos pegoteamos, nos separamos, nos abusamos, nos pisoteamos, nos encantamos, nos amamos. Pero no nos buscamos. Nuestra búsqueda es otra es la búsqueda signada por la castración, la falta, la muerte. Nadie puede completar esa falta, esperar de alguien semejante destino es aniquilarlo y desertar de la búsqueda.
Por eso creo que en el espacio analítico no puede haber lugar para la demanda y menos para la demanda de amor. Seria traicionar al buscador que cree necesitarnos cuando en realidad necesita “des-cubrirse”, reconocer la falta y su responsabilidad ante ella, sus elecciones ante ella, sus ajustes y desajustes ante ella, pero sobre todo la angustia de la insatisfacción crónica que nunca podrá ser colmada pero que me mantiene vivo, estar deseante es estar vivo, reconocer el deseo y la falta es ponerse en marcha. En la demanda solo queda esperar, ¿Esperar de quién? ¿Del analista? Pues del analista no provendrá nada, el analista no se entrega ni entrega objetos para el goce del analizando. Esto sería traicionarlo, engañarlo. El analista solo puede estar ahí, palpitante, tenso (no tensionado), sosteniendo ese incómodo lugar de la no respuesta, porque la no respuesta posibilita la respuesta del único que la tiene, el sujeto que está allí, trabajando, tensionado (no tenso), soportando la angustia de la sinrazón que impone la asociación libre, desestructurándose, perplejo en el instante del señalamiento, sin respuestas a su propio discurso.
No hay lugar para el amor en el diván.
Ahora, saliéndonos del espacio analítico, podríamos preguntarnos si hay lugar para el amor en el amor. Si hay lugar para la demanda en el amor. Lo que sigue ya corre por mi propia cuenta. Creo que en el amor y me refiero concretamente al amor de pareja no hay lugar para la demanda pero si para el amor. Amor despojado de demanda. Nos encontramos pero no para demandarnos, nos encontramos para amarnos. El otro nunca - y es un verdadero nunca - podrá satisfacer nuestro deseo ni nosotros somos lo suficientemente omnipotentes para satisfacer su deseo. El amor así planteado es un lugar de desencuentros compartidos: no te encuentro, no me encuentras, porque no te busco y no me buscas, pero nos compartimos y eso no es poco y eso no es para siempre; es por un tiempo, aunque ese tiempo sea toda la vida.
No necesitamos sostener nuestras angustias pero si necesitamos compartirlas, descansarlas, significarlas.
Por eso cierro con otro tango un tango ya de otra época donde el amor es locura no razón, y quizás la locura es el único lugar para el amor.


Balada para un loco
1969
Música: Astor Piazzolla
Letra: Horacio Ferrer

Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en mi... Cuando, de repente, de atrás de ese árbol, se aparece él. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Ja, ja! Parece que sólo yo lo veo. Porque él pasa entre la gente, y los maniquíes le guiñan; los semáforos le dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina le tiran azahares. Y así, medio bailando y medio volando, se saca el melón, me saluda, me regala una banderita, y me dice...

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao;
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!...
el loco berretín que tengo para vos:

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad...
¡Ya vas a ver!

Y, así diciendo, El loco me convida
A andar en su ilusión super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
¡con una golondrina en el motor!

De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!",
los locos que inventaron el Amor;
y un ángel y un soldado y una niña
nos dan un valsecito bailador.

Nos sale a saludar la gente linda...
Y El loco, loco mío, ¡qué sé yo!,
provoca campanarios con su risa,
y al fin, me mira, y canta a media voz:

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepáte a esta ternura de locos que hay en mí,
ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir...
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!

¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
¡Loco él y loca yo!
¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
¡Loco él y loca yo!



miércoles, 23 de julio de 2008

Deseo deseado

Oh mar! oh mito! oh largo lecho!
Y sé por qué te amo. Sé que somos muy viejos.
Que ambos nos conocemos desde siglos.
Sé que en tus aguas venerandas y rientes ardió la aurora de la Vida.
(En la ceniza de una tarde terciaria vibré por primera vez en tu seno).
Oh proteico, yo he salido de ti.
¡Ambos encadenados y nómadas;
Ambos con una sed intensa de estrellas;
Ambos con esperanzas y desengaños;
Ambos, aire, luz, fuerza, obscuridades;
Ambos con nuestro vasto deseo y ambos con nuestra gran miseria!
J. L. Borges
La palabra deseo viene del latín vulgar desidium “ociosidad, deseo, libido”. Desidium proviene del latín clásico desidia “ociosidad, pereza”, cuya raíz es el verbo desidere “permanecer sentado, detenerse”, que se compone del prefijo de- y el verbo sedere “estar sentado”. En el caso del significado de desidium se añadió la influencia analógica del verbo desiderare “echar de menos, echar en falta, anhelar” con lo que los usos semánticos de deseo/desear se ampliaron notablemente, y hasta de desiderare viene directamente el fr. désirer “desear” o el inglés desire “deseo”. Es de notar en lo que respecta al latín desiderare “echar de menos” que este verbo se compone de sidus, sideris “astro” con el prefijo de- y proviene de la lengua religiosa augural tal como el verbo con-siderare: “mirar los astros, contemplar”. Desiderare, por tanto, podría significar originalmente “dejar de contemplar, dejar de ver” pero es sólo una hipótesis.
Deseo, palabra compleja desde su origen. Significante, ya desde lo etimológico, cargado de significados: ociosidad, libido, pereza, permanecer sentado, detenerse, echar de menos, echar en falta, anhelar, mirar los astros. Valga esta ensalada de palabras (casi una asociación libre) para motivar este intento de reflexión.
Podríamos marcar dos polos de tensión: por un lado hay un detenerse (por tanto desde algún lado se viene) y por otro un anhelo. Desde algún lado y hacia algún lugar se va. No sabemos ni de donde ni hacia donde. Lo que si sabemos es que hay un trascurrir, un movimiento. Del problema del origen de ese movimiento no se dice nada, del destino tampoco. Sólo sabemos que hay un detenerse para mirar algo. Se produce una quietud tensa, no muerta, que no mira para atrás ni hacia delante, mira los astros que están arriba, que están entre las cosas que no se pueden alcanzar, aquello que se quiere, que tracciona, que atrae, pero que no puedo alcanzar.
Pero ¿Qué se quiere? ¿Qué se busca? ¿Qué es lo que se echa en falta? Lo que se buscan son los astros, las estrellas. ¿Y que hay ahí que pueda interesar, que pueda detener la marcha? Para nosotros “hombres modernos” los herederos de Copérnico y Galileo, quizás no haya más interés que la belleza y la aventura. Pero para el “hombre antiguo” ahí estaba el destino, el designio divino, la voz de los dioses (como vimos en la etimología sideris proviene de la lengua religiosa augural – de allí augurio).
Por tanto el deseo está dado por un momento en un continuo donde se produce el reconocimiento de una falta de algo que se quiere y no se tiene: se desea.
¿Pero que se desea? Bien, todo puede desearse y justamente desde el psicoanálisis el repertorio de lo que se puede desear se abre casi ilimitadamente.
Se desea lo que falta, lo que no se tiene. Por lo tanto el deseo se agota al instante de tener y por tanto cabria pensar la posibilidad de que si se tiene todo no hay lugar para el deseo. Me perdonaran las verdades de Perogrullo pero el intento de reflexionar sobre lo obvio suele desestabilizar lo que se cree sabido y eso, al menos para mi, ya esta bueno.
Por todo esto me parece que deseo remite permanentemente a la pregunta por lo que se desea y he aquí donde aparece el mayor problema. ¿Qué se desea? ¿Qué hay detrás de todo deseo? ¿Hay un deseo por debajo de la exuberancia de deseos que nos acometen en cada momento? ¿Qué se busca? ¿Satisfacer los deseos? ¿Con que fin? ¿El placer?
No quiero arriesgarme a teorizar sobre el deseo en Lacan porque para eso me falta mucho solamente que llegado a este punto se plantea por si sola la motivación inconciente del deseo donde la multiplicidad de deseos concientes queda subsumida por una otra motivación. Habría que rumbear por el lado de la castración, la falta en ser, el hueco, ser el falo de mamá, etc. Entre psicosis y neurosis. Entramos en la problemática del deseo del Otro. Y ya fuera del ámbito puramente psicoanalítico aunque indisolublemente entrelazada con él las problemáticas filosóficas del ser y su devenir. Meterme por esos andariveles (que me tientan) alargaría imprudentemente estas líneas.
Solo quisiera agregar que, desde el punto de vista filosófico, la problemática del deseo, como aquí se viene planteando, se abre a la teleológica. ¿Qué busca el “hombre” que busca? Fin o fines. ¿Existe un fin, un destino? Si existe ¿se puede conocer?
Todo esto se agita en derredor de cada deseo, potenciándolo, motivándolo, inhibiéndolo, conjurándolo, contaminándolo, posibilitándolo.
Se que abrí muchos temas y no cerré ninguno. Pero bueno ahí están.
Para dale un poco de forma a esto (si eso fuera posible) quiero retomar la etimología de la palabra deseo a lo que tiene de echar en falta, de anhelo, de libido, de augural, como también de ociosidad, pereza. El deseo nos tensiona hacia un fin, pero no nos impulsa, es un instante que puede quedarse en la ociosidad o la pereza, en la contemplación de los dioses para que nos revele el camino y nos diga hacia donde ir. Un Otro que desde su deseo nos dice que desear. Pero la respuesta se pierde entre el destino del ser y el del sujeto. Entre lo real, lo simbólico y lo imaginario. Entre la falta constitutiva y la cosntitisión de la falta. La respuesta y la no respuesta están perdidas por allí y están perdidas para siempre. La angustia encuentra su plena reivindicación. Deseo y angustia quedan como las dos caras de una misma moneda.
No sabemos de donde venimos no sabemos hacia donde vamos, la “verdad metafísica” (trascendente) esta perdida por tanto la verdad del ser esta perdida. No hay acceso al ser por tanto no hay acceso a la contemplación de la verdad que implica el termino definitivo de la búsqueda. Lo que nos queda es la “verdad” inmanente, la verdad del sujeto que se debate en la tramas de significantes que entreteje el lenguaje. Fuera del lenguaje nada. El lenguaje encuentra apoyatura en el devenir del ser otorgándole incluso el mismo devenir, temporizándolo. El Otro portador del legado cumple su función: lo da ya preñado de deseos dando a luz al ser hablante.
Al estar perdida la verdad del ser la búsqueda queda sin objeto. Se busca pero no se sabe que se busca. Pero el impuso a la busqueda esta y se agita para ser satisfecho. La búsqueda solo puede satisfacerla ese objeto (al que no me atrevo a nombrar) que esta perdido porque no hay camino hacia él, por eso todo objeto con el cual podamos enfrentarnos nunca logrará darnos la satisfacción perfecta, la felicidad esta perdida, la angustia afirmada. Quizás el planteo parezca pesimista pero no lo es, las consecuencias son por lo contrario abierta a incalculables posibilidades. Pero eso es ya otro tema.
Bueno, bien, el deseo ya esta planteado allí deseando, abierto, hambriento.

Pero aquí no nos plantamos cualquier deseo sino el deseo del analista. No se si puede pensarse el deseo del analista fuera del espacio analítico, con el otro. Aquí se plantea una serie de deseos tanto del analista como del analizando. Este último planteará un deseo que se manifestará como demanda pero hay otro deseo que se agita en su inconciente y del cual no tiene noticia y que estará enmascarado detrás de la demanda. El analista también tiene deseos que se pondrán en juego en la relación analítica y también tiene un deseo inconciente el cual ya debe tener analizado. Todo esto configura la encrucijada de la relación analítica y deberá ser tenido en cuenta, todos estos deseos trataran de hacerse oír y habrá que filtrar los ruidos para que aparezca uno, el deseo del sujeto que quiere advenir. Nuestro deseo deberá estar ahí sosteniendo ese momento, posibilitándolo. Es el deseo que posibilita la estructuración del espacio analítico, estructuración que deberá soportar resistencias, desestimar ruidos, soportar el silencio (propio y ajeno), no dejarse sobornar, resistir el encantamiento del elogio y la seducción, resistir los ataques y desprecios, no trabar lazos ni complicidades, no “ayudar” en el sentido piadoso de la palabra, no esperar agradecimientos, nunca negociar con el goce. Un espacio así solo puede ser construido con mucha responsabilidad que implique análisis propio, supervisión, estudio, permanentes ajustes, esfuerzo.
Así contemplado el espacio analítico si no esta basado en el deseo no podrá nunca sostenerse. ¿Qué podría sino sostenerlo? ¿El solo gusto por una línea teórica? ¿La adhesión a un autor que proclama cosas que me seducen?
Difícilmente, algo debe ponerse en juego que sostenga ese lugar y no puede ser otro que el deseo, el deseo del analísta.

domingo, 20 de julio de 2008

Ordenando y desordenando

Y se puso en movimiento… y apareció la falta.
Me alegra mucho leerlos, encontrarlos compartiendo una búsqueda en común.


Separamos deseo del analista y deseo del sujeto. Una primera delimitación. El primero: “FALTA ESTRUCTURAL PUESTA EN ACTO EN EL SENO MISMO DEL DISPOSITIVO ANALÍTICO”
El segundo: “FALTA CONSTITUTIVA QUE RIGE PARA TODO SUJETO HUMANO”

Cuando abri el debate me pregunté muy inocentemente si deseo del analista y demanda del analizado tenían algo que ver. ¡Tienen todo que ver! La falta que introduce el analista va en respuesta a no satisfacer esa demanda… y acá mi discurso tal vez se desordena, se revuelve, se divierte…
Dije “demanda”. Recuerdo una vos repetir “toda demanda es demanda de amor”. Lo que no logro captar del todo es lo siguiente, ¿el analizado se ofrece como objeto al Otro (analista) en una búsqueda de llenar su propia falta? ¿es acá dónde juega un papel tan importante la introducción de la falta como parte de un dispositivo?
Y aún hay un poco más: leí también que el deseo del analista es definido por Lacan como el deseo de la máxima diferencia. Entonces si toda demanda es demanda de amor, y el analista debe incluir la falta para que “devenga el sujeto”, ¿el amor implica siempre la no diferencia? Mmm, el viejo eros volviendo con viejos interrogantes.

¿Cómo termina este juego de amor al que se convoca pero que a su vez, se limita?

En fin, esto por ahora. Sin un ápice de certeza...
Saludos a todos!!!



"Así es -afirmó la Duquesa-, y la moraleja de esto es... Oh, el amor, el amor. El amor hace girar el mundo." Alicia en el país de las maravillas (Lewis Carroll).

viernes, 18 de julio de 2008

Ni noción de esa noción. Versos y versiones. "La verdad surge de la equivocación".

¡Queridos! ¡Qué alegría estar acá, juntos, de (re)vuelta!


1. Juego un ratito: ¿puedo pensar la situación analítica como casi simétrica, como casi espejo? Sería así:
“Deseo del analista” – “Demanda del paciente”,
donde “Demanda del paciente” = “Deseo de analista”, de modo que la situación analítica queda del siguiente modo:
“Deseo del analista” – “Deseo de analista”;
como se ve, la diferencia es de una letra (la “ele” de “del”)… ¡casi nada!


2. Ahora, fuera de broma (¿broma? Pues es que no sé… si alguien ahí lee algo, algo más que una broma, bienvenido):

como bien dijo Fara, “deseo del analista” designa una función lógica en la situación analítica a lo Lacan. No es mi deseo, o el menos no exactamente o sólo mi deseo, en tanto deseo del sujeto, a secas. Pienso en dos cosas:

- en el pase. Allí tenemos un sujeto, analizante, que en el trayecto de su análisis pasa a ser tomado por el deseo de analizar, de ser habilitado para ocupar y desarrollar esa función lógica, ese lugar en el dispositivo… lacaniano.

- en los otros discursos a los que hemos habilitado. ¿Está presente, realmente, esta función, este lugar, este concepto, este constructo, en las psicologías, en los psicoanálisis no lacanianos? Creo que no, que el tema elegido es específicamente lacaniano, y a conceptualizar y discutir desde allí y sólo desde allí, donde es parte vital, inevitable e ineludible. Los demás plantearán su analista o psicoterapeuta tipo, con empatía, calidez y confianza; con logoactitudes; continentes; suficientemente buenos; etc.

Pero, por estas dos puntualizaciones, pienso que “deseo del analista” es un tema que nos sitúa de pies a cabeza en campo lacaniano. Es una cuestión intrínseca de su dispositivo; a trabajar desde su teoría, y a vincular con su conceptualización del propio análisis (lo que en ese discurso se plantee que eso sea, más allá de mi análisis –del análisis de Ezequiel).

¿Se entiende? Se trata más, creo, de qué es en Lacan “deseo del analista”, que de por qué he decidido que es mi vocación ser analista, y no sé hasta qué punto, siquiera, por qué deseo ser analista.

¡Ojo! Con esto no cierro la puerta que abrimos, hace sólo un momento, a otras voces. ¡Al contrario, las interrogo desde el vamos!


3. Me releo, y… “¡viva la episteme, viva la teoría! ¡Anulemos la primera persona! ¡A los libros, señores!”, parezco decir. Yo, por fuera. Ajeno, indiferente. No tengo nada que ver. Me suena como si los (me) estuviera llamando a desplegar la búsqueda de un objeto, el saber, que está allí, por ahí, no sé; cualquier cosa antes que hablar de mi, de nos.

Y sí, es verdad que tiendo a ser así, a fantasear una góndola donde Lacan, Borges y Foucault vienen envasados y listos para ser engullidos, o un restaurant cuya carta incluya aquellos conocimientos que uno desea incorporar voraz y económicamente.

Paralelo a esto, el temor a entender mal…

4. ¡Entonces me acuerdo del blog anterior! De desafinar, la analogía musical que en su momento planteó casi sin querer Pablo y que dio tanto para discutir. Y de algo que pensé en aquella época, con esto de la música.

Las versiones no son covers, no son copias exactas de las obras originales. No: las versiones son versiones. Tenemos a Rita Lee tocando y cantando a The Beatles en bossa, por ejemplo. Ella no es Liverpool ni usa el pelo como lo usaban John y compañía, y quizás no se sacó nunca una foto cruzando la calle por la senda peatonal con tres amigas. Ella es Brasil, es madrugada de playa. Es bossa. Y desde ahí interpreta (¡interpreta! La música nos ahorra tanto laburo para establecer una analogía…) un discurso que la atraviesa: la música beatle.

Pensaba en mi, en tanto músico (concédanme este atrevimiento). Nunca podría tocar/cantar un cover. Desafino, nunca sería igual. Pero ese desafinar hace versión a mi cantar[1]. La desafinación se me escapa, el “tonOtro” da lugar al mío, y ahí, justamente ahí, la canción de otro empieza a ser “mi” canción. Antes, o en todo lo demás, es la de otro. En mis desafinadas descubro “mi” registro de voz, rompo con la imitación del registro de otro. Me abro camino errando la reproducción de la voz de otro.

Pero hay mejores formas de “versionar”. Lo de Rita Lee es impecable. Y también lo de nuestro Néstor-Moisés-San Juan con su poema-génesis-himno a la encarnación (¿se acuerdan? ¡Qué fantástico estuvo eso!). Se trata de “arreglar” lo que canto. Las mejores versiones son las que introducen a los originales (mejor generalizamos: a lo original originante) “arreglos” originales (o propios… u originales en tanto alusivos a nuestro origen, a nosotros…) a su vez.

Leyendo a Miller[2] me encontré con una crítica a los analistas contemporáneos y discípulos de Freud por reproducir las afirmaciones de éste –sobre la transferencia y el devenir de la cura analítica en general– con una convicción que él no cree de ninguna manera consecuencia de constataciones propias sino, a lo sumo, fruto de vislumbrar algo de verdad en lo que Sigmund decía. Algo así como que el único que supo –hasta donde pudo, obviamente– analizar y decantar una teorización desde esa experiencia, fue el maestro; los demás no saben muy bien de lo que hablan pero le creen y repiten. Covers de Freud. Esto, por oposición a Lacan “versionador” de Freud. No conozco nada de la historia de Jacques, pero seguro que todo empezó con una desafinada…

5. Sí, estoy meando afuera del tarro. Néstor ya distinguió, aquella vez, entre “desafinar” en Pablo y “desafinar” en Luz: el primero temiendo equivocar el entendimiento de algo, la segunda soltando sin querer, al discurrir, rupturas con un discurso sostenido desde el yo. Pero: ¿no hay conexión? ¿En qué punto malinterpretar –interpretar en otra sintonía, en otro orden que el establecido, que no es lo mismo que interpretar mal, aunque haya quien sostenga tal cosa– no es romper con un discurso conciente? ¿Me equivoco si pienso que el camino que sigo, las marchas y contramarchas, los desafines sorpresivos y los desafines con los demás, es lo que importa? Yo creo que no. No soy un lector ni un estudiante ni un sujeto que escucha sobre el sujeto al estudiar o leer sin sentirse tocado. Y no puedo entenderlo desde afuera. Por lo tanto, la desafinación de la que habla Pablo es también reveladora y bienvenida, no sé si como formación del inconciente, como error hereje o ignorante, o como qué, pero corregir –normativizar– cualquiera de las desafinadas, así, sin pensarlas, es callarlas… y callarme. Cada vez que he repetido a la perfección un librito o una ciencia, he permanecido en silencio. No quiero hacer del blog un glob…ito. No quiero cuidarme. ¿Sida? Sí, da. Al apalabrar errante lo mueve el deseo certero. Asociando tendido o intentando expresar lo entendido. De ambos modos uno queda tumbado. Algo ha retumbado… resonado. Hablo. Si desafino, soné.

Es esto casi un presupuesto epistemológico para mi. Por él puedo escribir acá. Es cierto que corro el riesgo de que parezca que con él legitimo el decir cualquier cosa. Pero, por un lado, desconfío de ese temor a desafinar cantando Lacan, Freud, etc. A lo sumo, ustedes me clarificarán conceptos, me devolverán precisiones acerca de lo que bien o mal intenté decir. Lo peor que puede pasar es que revivan ellos y me digan "¡eso no es lo que dije!", a lo cual responderé "¡por supuesto! ¡eso es lo que yo digo!". En fin, que treinta años después, estamos también autorizados a subvertir a Lacan. ¿O no? Por otro lado, no me puedo llamar a inventar mi canción. No creo posible un preadamismo. Desasirse, desvestirse, desnudarse, de la nana que nos durmió y despertó la primera vez. Sí, en cambio, reconocer cómo la desafino hasta arreglarla desde lo que voy conociendo o creyendo conocer que soy, para dar mi propia versión. Versión a “arreglar” siempre: “paso la vida buscando un verso que nunca encontraré”, dice Jorge Drexler. “¿Dónde te escondiste, “a”?”[3]

Hay un río heraclitiano que me lava día a día
de lo creí mi voz y no lo era
para develar una nueva parte de mi fondo
que ¡oh sorpresa! rima.
¡Qué bien me queda cada nuevo verso,
cada nueva versión de mi verso,
aún –y más– si desafina!

Una cosa es ser versero, y otra ser poeta. Una cosa es la poesía, y otra el chamu(yo). Es cuestión de no comerse el verso. Aquel río heraclitiano, pienso, rompe la repetición, y desde el desafinar permite que el cover devenga versión.

Pensaba, por fin, en que mi propia versión tendrá que ver con mi deseo. Y “deseo” me lleva derecho a nuestro tema: el deseo del analista. Habrá que diferenciar, creo, entre deseo del sujeto y deseo del analista, porque no son nociones idénticas.


6. En fin, que esto ya se me ha hecho demasiado largo. Sintetizando, lo que quiero decir es: hablemos de teoría. Llamo a la teoría, porque creo que el tema es puntualmente teórico. Pero, enseguida, nos llamo a hablar. Voz propia, primera persona, y que sea lo que sea. El tema es apasionante; de nuestro encuentro con él, de nuestros intentos de fidelidad a la letra lacaniana, y de nuestras necesarias infidelidades (desafines), surgirá nuestra versión, la de cada uno, tanto o más interesante.

Me hace muy feliz este espacio. Me encuentro, desde que empezó el año, sintiendo fuerte la distancia de ustedes, extrañándolos, extrañando andar a su par. El blog vino a alegrarme enormemente, y también, debo confesarlo, a crear cierto temor de permanecer rezagado en el derrotero que aquí se pulse, ya sea a nivel frecuencia de producciones como en cuanto al vuelo teórico. Valgan mis intentos, vueltas sueltas deseosas de ser revueltas resueltas.

[1] Es la primera vez que puedo sentirme orgulloso de desafinar. Como confesión, les cuento que inicialmente, cuando aparecieron las resonancias de Pablo y Luz sobre desafinar / asociar libremente, resoné resistiendo, haciendo re-percusión (ruido), porque odio irme de tono cuando canto y siempre quiero llegar hasta donde llega aquel de quien imito el cantar. Eso fue muy pensado, y esto que ahora, al bajar un poco la marea, se deja leer, es en todo sentido heredero y elaboración de aquella bruma inicial.
[2] Miller, Jacques – Alain; Conferencias Caraqueñas; La transferencia de Freud a Lacan.

[3] San Juan de la Cruz. La distorsión fue de él, así era y debería haber permanecido, je.

Perlita

Este fin de semana prometo tener listo un aporte para el Blog, lo estoy elaborando pero he tenido poco tiempo. De todas maneras mientras buscaba información sobre las cadenas de Markov me encontré con el siguiente Blog:

http://antieleia.blogspot.com/2005/11/lacan-es-un-fraude.html

Me pareció un texto muy provocador, interesante para abrir debate, si los tienta “vayan y vean” y después nos cuentan.


HOMENAJE: 17 DE JULIO COBOS

martes, 15 de julio de 2008

SE VA LA SEGUNDA...

HOLA... ANTES DE EMPEZAR, DESEO FELICITAR A MIS COMPAÑEROS CREATIVOS QUE DIERON ORIGEN A ESTE ESPACIO...
Y SÍ... ES NUESTRO SEGUNDO INTENTO DE COMPARTIR INTERROGANTES, IDEAS, DUDAS, PENSAMIENTOS E INCLUSO ASOCIACIONES LIBRES! POR ESO: ¡FELIZ REENCUENTRO, FELIZ RE - VUELTA!
EL TEMA A DEBATIR NO ES MENOR. EL DESEO DEL ANALISTA...INEVITABLE ES PARA QUIENES INICIAMOS NUESTRO RECORRIDO POR LOS SENDEROS PSICOANALÍTICOS, O AL MENOS ASÍ LO VEO YO, PENSAR EN EL PROPIO DESEO (EN TANTO A ASPIRANTES A ANALISTAS!)
POR AHORA PUEDO DECIR QUE LO PIENSO COMO DESEO QUE SOSTIENE UNA PRÁCTICA, UNA ÉTICA Y UN MODO DE POSICIONARSE FRENTE A ESE OTRO QUE LLEGA CON SU DEMANDA... PERO MÁS PROFUNDAMENTE ME INTERROGO: ¿QUE DESEAMOS EN TANTO SUJETOS DE ESA PRACTICA? LA RESPUESTA NO SERÁ SIN CONSECUENCIAS. Y SUS CONSECUENCIAS IMPLICAN LAS CONCEPCIONES QUE SUSTENTEN NUESTRO QUEHACER.
SON MUCHAS LAS CUESTIONES A DEVELAR EN TORNO A ESTE TEMA... PERO ANTE LA FALTA DE FLUIDEZ DE MIS PALABRAS, ANTE EL VACÍO... ME PREGUNTO SI ANTES NO TENDRÍAMOS QUE PENSAR EN EL DESEO (SIN MÁS, SIN "DEL ANALISTA") Y PARA ESO SE ME OCURRIÓ RECURRIR A UN GLOSARIO ("GLOSARIO DE TÉRMINOS LACANIANOS")... Y ALLÍ ENCONTRÉ... "EL DESEO, SEGÚN EL PSICOANÁLISIS, PUEDE DEFINIRSE COMO LA FALTA CONSTITUTIVA QUE RIGE PARA TODO SUJETO HUMANO. SE TRATA PUES, DE UNA FALTA ESPECÍFICA, POR CUANTO EL DESEO HUMANO NO SE HALLA DETERMINADO POR NINGUNA REALIDAD FISIOLÓGICA O BIOLÓGICA, SINO POR EL UNIVERSO SIMBÓLICO DEL DISCURSO"...
DANDO VUELTA LAS PÁGINAS ENCONTRÉ: "EL DESEO DEL ANALISTA NO SE REFIERE AL DESEO DEL SUJETO, SINO A LA FUNCIÓN LÓGICA QUE OPERA EN EL MARCO DEL DISPOSITIVO ANALÍTICO, Y QUE GRACIAS AL LUGAR VACÍO DE GOCE QUE ÉSTE DETENTA, LE PERMITE OPERAR CON LA PÉRDIDA, ES DECIR CON LA CAUSA DEL DESEO DEL OTRO (CON O MAYÚSCULA!). EL LUGAR LÓGICO DEL DESEO DEL ANALISTA SE UBICA EN EL INTERVALO DELIMITADO POR LA PERCEPCIÓN Y EL DESEO, ALLÍ MISMO, ENTRE LA DEMANDA Y LA NECESIDAD, ENTRE EL ENUNCIADO Y LA ENUNCIACIÓN, PONIENDO EN MANIFIESTO LA "HIANCIA" FUNDAMENTAL QUE HACE IMPOSIBLE, DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA ESTRUCTURA, LA DESIGNACIÓN SIGNIFICANTE DE AQUELLO QUE "FALTA". EL DESEO DEL ANALISTA EXPONE EL DESEO MISMO, Y ENCARNA PUES SU "OQUEDAD" CONSTITUTIVA; ASÍ PUEDE DECIRSE QUE EL DESEO DEL ANALISTA ES LA FALTA ESTRUCTURAL PUESTA EN ACTO EN EL SENO MISMO DEL DISPOSITIVO ANALÍTICO"
BUENO, QUERIDOS COMPAÑEROS DE ESTOS SENDEROS, NO SÉ SI HABRÉ TRANSGREDIDO ALGUNA NORMA CITANDO DE UN GLOSARIO SIN PRODUCIR. SI LO HICE PIDO MIS DISCULPAS... LES DEJO ESTAS PALABRAS PARA VER QUE SALE... SIGAMOS PENSANDO JUNTOS...

lunes, 7 de julio de 2008

Re-vuelta 1: El deseo del analista

Volver a las voces constituyentes y a los autores que vuelven y revuelven esas voces.
¿Acaso no es eso lo que hacemos?
También revolvemos y hacemos revuelto. Intricamos, desmenuzamos, desordenados, damos un nuevo orden… del revuelto puede quedar caos o puede aparecer algo nuevo, creador.
De eso se trata este espacio, de los que quieran volver para recordar e intentar comprender, y de los revoltosos que den un paso más allá y quieran crear algo nuevo. A estos últimos, le agradecemos el intento.

Para abrir el debate elegimos de tema “el deseo del analista”. No es casual, por supuesto. En este tema tengo muchos más interrogantes que certezas, por ejemplo, empecé diciendo “para abrir el debate… el deseo del analista”. ¿Qué es lo que abre este deseo que es tan importante para la cura del otro?¿Cómo se juega la relación deseo del analista con la demanda del paciente, o no tiene nada que ver? Finalmente: ¿de qué se trata este famoso deseo que moviliza toda la situación analítica?

La invitación queda abierta, con una aclaración más: es obvio que mi planteo viene desde una postura lacaniana, pero la idea es que quien quiera pensarlo desde otra línea bienvenido sea. En este sentido, se puede pensar mi interrogante como ¿qué es lo que lleva a una persona a ser psicólogo? ¿por qué elegí eso, en qué se funda? ¿qué importancia tiene en la terapia, cómo interviene?

Espero verlos entre revuelta y revuelta...
Luz.