martes, 26 de agosto de 2008

Una lectura.

En la "aurora" de "Toribio", de Toribio como sujeto, sus necesidades satisfechas produjeron un nudo, una sombra, el fantasma. Desde entonces se revuelve. Desde entonces tiene un camino equivocado por caminar.

¿Nunca más lo real? ¡Pero! ¡Si hay un mundo espejo, si siempre fue así, si todo lo evidencia! Discurso amo, auroridad, queja, síntoma...

Oh, río heraclitiano. Sí, nunca más lo real. La clínica del síntoma no es la clínica del fantasma. Nunca se alcanzará la propia aurora. Lacan propone la construcción del fantasma, su atravesamiento, del que deviene una "máxima", el sujeto y su verdad, su ética.

Bien por Toribio.

Pronto, fantasma y deseo del analista, para seguir hablando de lo que nos convocó.

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